Un olor a vainilla inundo la instancia, la oscuridad solamente rota por unas pequeñas velas que marcaban el camino, me hizo tener dudas. Pero escuche su voz al final de aquel camino, entre las sombras. Un escalofrió recorrió mi cuerpo; no sabría decir si era de por el deseo, o por miedo a lo desconocido. Pero el caso es que ya estaba allí y ahora no era momento de echarme para atrás, tenía que continuar y ver qué era lo que me esperaba en aquella oscuridad que a medida que avanzaba hacia ella se hacía más y más espesa y misteriosa.
La vi al final del camino de velas, el haz de luz dibujaba en su cuerpo destellos de oro. La vi indecisa y me decidí a invitarla a continuar, deseoso de que así lo hiciera. Comenzó a caminar y pude ver en ella el sigilo de los felinos. Su piel canela se iluminaba dejando tras de sí dejando su olor en el ambiente. Seguir leyendo «No solo sexo»